El flamenco es pura pasión. Pero para que el sentimiento fluya, para que aparezca “el duende”,
como llaman los gitanos a ese momento de embelesamiento, de emoción profunda, tienen que cumplirse ciertas premisas:
Este arte merece respeto, atención y silencio. Esa es la razón por la que no servimos comidas.
El jaleo de un restaurante interfiere en el silencio creativo que necesitan los artistas flamencos, aparte de menoscabar la grandeza de este arte.
Hace 100 años, se bailaba y se cantaba en sótanos de ladrillos abovedados, como el nuestro. Los artistas en un pequeño escenario, rodeados de aficionados.
La intimidad de fiesta particular, de familia, impregna los genes de este arte: es la esencia del flamenco.
El flamenco es una música para cantar al oído, un secreto del alma que se confiesa a un grupo de personas próximas.
Por eso no necesitamos, ni usamos, micrófonos y altavoces. El sonido te llega limpio, auténtico, de los instrumentos sin amplificación.
Nuestro director artístico, “El Mistela”, Premio Nacional de la Crítica Flamenca, ha formado a su alrededor, un grupo de estrellas del flamenco.
Una pequeña familia, unida sobre todo, por la alta calidad artística de sus integrantes.
El respeto a este arte, la intimidad durante el espectáculo, la sonoridad musical de una cueva de ladrillos antiguos,
y la complicidad entre los artistas, es lo que nos distingue, y es lo que te ofrecemos cada día en Essential Flamenco.